silencio...

no tengo mucho qué decir y, sin embargo, mis dedos arden de tantas palabras apresadas. ¿cuáles? no tengo idea. ellos solos están hablando. ¿he dicho alguna vez que mis dedos no mienten? puede mentir mi boca, la voz insidiosa, pueden incluso mentir los ojos y aparentar miradas convenientes, pero los dedos no pueden hacerlo. si comienzan, se retractan. con delete, con borrador o con tachones de pluma. puedo escribir mentiras, claro, pero mis dedos, acobardados, terminan por acercarse más a una verdad disfrazada, quizás, que a una mentira legítima. hay metáforas, les gusta decir las cosas de otras maneras, y muchas veces dicen más estupideces que la boca misma, pero es lo que tienen de verdad.

a veces escriben tan patéticamente que me dan pena. algunas otras escriben frases que yo misma no reconozco como mías. y es que no son mías, son de ellos. son independientes de mí, cuando tiene suerte. desafortunados cuando los domina esta mente insensata que no cuenta con un gramo de sentido común, cordura, ni siquiera pericia. pero cuando se retiran de mis dominios, cuando logran escapar y hablan libres pueden decir algunas cosas interesantes. lamentablemente, por ahora están apresados por esta conciencia inconciente. por eso, por eso digo: no tengo mucho qué decir. y si acaso estos dedos míos quieren hablar, por ahora prefiero callarlos. nada de lo que puedan decir es recomendable en estos momentos.

que se callen.