había una vez una niñita que se llamaba lopeta y estaba en el infiernito, en una cueva que era el infiernito, así toda oscura y con fuego alrededor, llena de lodo y esas cosas sucias. esta niña calló allí en el infiernito una vez que se portó mal, bueno, no se portó mal precisamente, pero se hizo popó poquito y no alcanzó a ir al baño y pues eso no fue algo bueno, así que se fue al infiernito. entonces esta niña lopeta estaba muy asustada y pues se quería ir del infiernito, quería salir de la cueva y escapar, pero resulta que esa cueva estaba resguardada por una cagadita, sí, así es, por una cagadita que atacaba a la niña si se acercaba a la salida de la cueva, haciendo gestos y gruñendo como monstruo, así como gggrrrrrrraaaghhhhaaaghhhaaaa!!!! entonces cuando eso pasaba, la niña se regresaba corriendo al fondo del infiernito, asustada, ay mamá!!! de repente la cagadita se descuidaba y ahí iba la niña para fuera, daba un pasito calladita, bien calladita, descalza para que los zapatos no chanclearan en el lodo, y daba otro pasito, y volteaba y la oscuridad de en derredor la asustaba, pero ella era muy valiente y seguía caminando. pasito tras pasito, porque la cagadita estaba distraída. un pasito, uno más y estaría fuera, pero entonces, zas!!! la cagadita la descubría y aaaaarrrgghhhhaaaaggggrrrr!!!! correteaba a la niña y lopeta corriendo se iba al fondo de la cueva y se quedaba allá en un rincón, muy asustada, otra vez en el infiernito. lopeta siempre estaba al pendiente de la cagadita, y entonces al rato la cagadita se quedaba dormida, y la niña se lanzaba para fuera, en silencio y despacito, y cuando estaba a punto de lograrlo, aaarrrghhhhhgggrrrrrr!!!! la cagadita la atacaba!!! y lopeta se llenaba de cagadita si no alcanzaba a correr más rápido, y se iba hasta el fondo de la cueva y allá se quedaba, otra vez asustada y ahora, además, con cagadita encima. y lo hizo muchas veces, trató de escaparse del infiernito mucho tiempo, no sabemos cuánto, pero siempre la cagadita la descubría y la atacaba y ella terminaba regresando al infiernito. y así para siempre jamás, lopeta se quedó en el infiernito, resguardada por la cagadita que no pudo detener una vez y que se convirtió en su verdugo eterno.
.....
¿qué onda con este cuento? pues resulta que ese cuento me lo contaba mi abuelo félix cuando yo era una pequeñina de 3 y 4 años, ajá!!! talvez esa es una más de las razones por las que estoy traumada!!! pero en serio, anoche platicando con jill de las patoaventuras de la infancia, recordé la casa de mi abuela en aquellos años, el corral de los conejos, la jaula de los pajaritos del amor, los girasoles asesinos, los troncos caídos en el patio, las figuras temerarias del techo, el cuarto misterioso de mi abuelo lleno de cámaras enormes y fotografías, negativos y pinturas colgadas de pared a pared, y, por supuesto, el cuento del infiernito y la cagadita.
cuando yo tenía dos o tres años, mi tía socorro, tres años mayor que yo y el tesoro de mi abuelo, era mi compañera de juegos porque yo me la pasaba en la casa de mis abuelos, cual debe ser en esos años de infancia, y todos los días, cuando mi abuelo llegaba de la escuela en las tardes, nos sentaba a las dos en sus piernas y nos contaba el cuento mentado, entro otros igual de piratas. claro que a veces, según la que se hubiera portado bien o mal ese día, el personaje cambiaba de nombre y en lugar de lopeta se llamaba soqui. creo que desde entonces le perdí el miedo al infierno, porque aún tengo la imagen de esa cueva infernal y de la niña y no está tan zarra, hasta creo que lo que más miedo me daba era la cagadita!!!
este día del padre acompañé a mi papá a visitar a su papá, mi abuelo félix. tenía mucho sin verlo y me dio gusto saludarlo. está muy delgado y pelón por las quimios pero se ve muy animado, aunque no deje de renegar y nunca se le quite lo terco, sus ojotes verdes siguen muy abiertos y pispiretos y el simple hecho de que siga peleando y dando lata es un síntoma de que está bien. esa casa en donde vive ahora no la conocía yo y, a pesar de que no me sentí en casa (porque para casa de los abuelos la que compartían los dos, nada más), sentí una especie de comunión entre él y sus hijos, entre él y mi papá. eso me hizo feliz y sé que, aunque los dos (el padre y el abuelo) sean igualitos de orgullosos y renegones, estaban felices también de verse las caras y que la vida les permitiera saludarse una vez más y les depare muchos saludos más en el futuro.
y regresando al infiernito, la cagadita y esas cosas, este cuento es uno de los muy peculiares legados que mi abuelo me dio en mi niñez (otro no muy placentero fue la muerte de uno de los conejos del corral mientras yo veía escondida, jaja!!!). es muy positivo, a mi parecer, pues aunque el domingo mi abuela nos mandaba a la misa de 7 a recibir santas palabras y temer al infierno, el resto de la semana mi abuelo nos quitaba el miedo con sus cuentitos piratas, llenos de lodo, fuego, cagaditas, diablitos y esas cosas feas.