lo que pesa el muerto

se supone que uno escribe siempre para que alguien nos lea. es la verdad. nunca es cierto que uno escribe sólo para sí mismo, porque si así fuera no lo escribiría, sólo lo pensaría. ¿cuál sería entonces la finalidad de plasmar las ideas en un papel o una pantalla? no existe tal cosa. al menos para que me lea una persona en el mundo en un año, pero esa es la finalidad. parece ser que mis letras a veces no cumplen con esa finalidad y eso puede llegar a molestarme o puede parecerme poco o nada importante. hoy me puedo molestar mucho, pero creo que no es esa la verdadera razón, sino que hoy realmente todo me molesta. todo. absolutamente todo. bueno, talvez haya algo que no, pero no lo puedo tener por ahora.

este desorden interior está desordenándome demasiado en todos los sentidos. me duele todo, el cuerpo y la mente, todo. todo. las lágrimas están a punto de salir corriendo, huyendo de una prisión oscura que ni razón de ser tiene. y no hay en realidad una razón para ello. ¿qué culpa tengo yo de mis defectos de fábrica? sé que soy afortunada y que mis males no son para nada importantes comparados con tanta cosa en el mundo, pero finalmente lo que pesa el muerto sólo lo sabe el que lo va cargando.

estoy asustada, preocupada, nerviosa y adolorida. mi vientre puede no resistir más. mis hormonas son como pelotas disparadas de una máquina de tenis descompuesta, corriendo, saltando, alterándose por doquier, como locas, sin un orden biológico (lógico). esto tiene repercusiones que me duelen aún más, porque no es tanto que me duelan las hormonas (por dios, esas no duelen, ni sé dónde están, ni siquiera sé cómo son) sino las consecuencias, como estos demoníacos e insoportables dolores, este humor tan pesado y sádico que no tolero, estas marcas en el rostro que me hacen sentir cada vez menos bella, cada vez más tímida, y hasta me duelen, me duelen mucho. a veces ni siquiera me puedo tocar la cara. la piel, la piel también me duele, el viento, la ropa, los roces, me lastiman. mis ojos están gruesos y conteniéndose los chorros y la cabeza está en huelga total, sin querer ni poder trabajar ni razonar, ni pensar, ni hacer nada. y también, para variar, me duele.

sé que esto pasará y para mañana todo habrá terminado, al menos la crisis, pero el defecto existe, implícito en mí, envuelto en mi cuerpo y en todo lo que de él se desprende. no reniego de mi naturaleza, estoy incluso altamente agradecida por lo que soy y lo que tengo, pero un poquito de quejumbre ayuda a desahogarme.

en fin, por lo pronto me iré de este lugar y perderé este momento en el limbo de mi memoria, tratando de matar, con el sueño, el dolor de todas partes que ya me carcome. me largo.