un silencio lleno de voces

hace ya varios días que escucho voces. no, no me refiero a las voces normales de gente que ande por allí cerca ni de voces traídas por el viento de gente lejana. hace varios días que, al quedarse en silencio mi entorno, comienzo a escuchar murmullos, muy leves al principio, como un chismorreo de comadres, bajito, y si me concentro poco a poco va aumentando el volumen. son siempre dos o tres voces, talvez más, pero nunca una sola. toda la vida me ha pasado que a veces escucho una voz que dice mi nombre y me hace voltear y no hay nada. pero esta vez no hay nombre, no hay una sola voz, son varias y no sé lo que dicen.

estoy en casa, llega la noche, termino mis actividades, apago las luces, la música y me acuesto. se escucha tan sólo el sonido del compresor del aire acondicionado y el del ventilador, los cuales tienen tan acostumbrado a mi oído que es como si no existieran, escucho por encima de ellos. entonces, con los ojos cerrados, comienzo a escuchar las voces, muy bajito, muy queditas, algunas de mujer, algunas de hombre. hablan todas al mismo tiempo y no las comprendo. trato de no hacer caso y pienso que es el ruido de la tela de la almohada al frotar la oreja o el cabello sobre ella. reacomodo la almohada o la quito. los sonidos siguen al dejar de moverme y concentrarme en el silencio. dejo de oponer resistencia y el volumen va subiendo. hablan todas a la vez y no sé de qué. opinan, todos los tonos suenan a afirmaciones, a opiniones, a verdades enfrentadas, pero no logro entender las palabras. trato de poner atención pero de pronto me invade el miedo, un miedo a saber lo que no debo saber o lo que no quiero saber. un miedo a transportarme a donde no sé si quiero ir. siento miedo. escucho las voces, cada vez más fuertes y no puedo dormir boca abajo y con la espalda dirigida hacia la puerta. me volteo y me cubro parte del rostro con la sábana. trato de dormir de nuevo. las voces otra vez y un vacío en el pecho. me reacomodo de tal forma que ni la espalda ni el rostro den hacia la puerta. tengo una luz pequeña al fondo, allá en la pared de la cocina, que me hace distinguir los objetos. pero con esas voces, parece que no puedo distinguir nada. cierro los ojos y trato de no pensar, de no escuchar, de tranquilizarme. de dormir. las voces regresan. nunca se callaron, sólo que no les había prestado atención. me concentro en soñar aunque no me haya dormido. lo logro. cubro las voces con sueños fabricados y comienzo a dormir un rato después.

aún no lo entiendo.