lunes, junio 18, 2007

crónicas

crónica número uno:
viernes 15 de junio en el transcurso de la mañana.
trabajé en campo, recorrido oficial en un fraccionamiento, muerta de calor y sed pero adorablemente ocupada (cómo me gusta mi trabajo cuando tengo que andar en la calle checando pozos de aguas negras y válvulas abiertas de aguas potables… es en serio!!! es interesante). como fue quincena, después de eso aproveché y me dirigí a las oficinas de placas y tenencia para actualizar las de la sabrosa, de la cual me había ya llegado un requerimiento de embargo a mi domicilio y me habían hecho una multa en la calle. total que del adeudo original era cierta cantidad de lana, pero con multas, recargos y demás pues se hacía casi el doble. yo no estaba dispuesta a pagar tanto dinero además de que considero, como muchos, una mentada de madre el pagar ese absurdo impuesto (y nos atrevemos a decir que méxico es un país pobre), si de por sí ya uno se jode bastante para conseguir una lana extra para comprarse un carro, todavía uno tiene que pagar por ese derecho ya limpiamente ganado. bueno, el caso es que como eso es plan con maña, círculo vicioso o negocio redondo, como se quiera llamar, pues si no pagas esas cosas no sirve el seguro del carro y si te rompes la madre pues te friegas más todavía, y como ando de un menso ridículo, me dije: no vaya a ser que algo pase, así que mejor a pagar. pues fui y conseguí algunos descuentos, reduciendo las multas casi un 80%. pagué finalmente y, mientras pasaba los billetes por la boca del cajero iba sintiendo literalmente que cada billete lo iba tirando a la basura. casi lloro de la conmoción. esos billetes que tanto trabajo me costaron, que con tanto sudor y pies cansados y piel quemada y hambre retrasada me había ganado, se los estaba regalando a unos señores (aquí tenía otra palabra pero ya hay demasiadas altisonantes) que lo único que hacen con el dinero es aumentar sus nóminas personales, porque los impuestos que pagamos para obras públicas, educación, cultura y deporte no van para eso sino para las campañas de los candidatos, para los sueldos de los funcionarios, para remodelar la casa del nuevo gobernador y etcétera. porque siendo honestos, es demasiado el dinero que se recauda con tanto y tanto impuesto que pagamos y la verdad, ni las escuelas públicas ni el deporte ni las actividades culturales ni las calles ni las banquetas están en las condiciones en que deberían. óiganme, por dios!!! las escuelas públicas cuentan con equipo de cómputo gracias a los programas de donación de los oxxos y los mercados (y no me chinguen con eso de que es negocio para evadir impuestos, no importa que evadan impuestos si con eso van a ayudar a la educación de los niños, además de que nadie, ni un ciudadano solito, se pondría a hacer esa labor de recaudar feriecitas para conseguir esos equipos, verdad???). y eso lo digo a ciencia cierta, pues en la escuela en la que era director mi papá consiguieron su sala multimedia gracias a esos apoyos. pero el asunto original aquí era que sentí muy feo al estar echando esos billetes bien ganados, considerando la gran farsa de los impuestos literalmente impuestos sobre los ciudadanos. pagar por el derecho que ya nos ganamos… qué absurdo…

crónica número dos:
viernes 15 de junio en la noche.
después de haber comprado los boletos a distancia para ir a ver y escuchar en vivo a zoé y babasónicos, me abalancé a la calafia, no sin antes pasar a la biblioteca pública estatal para la presentación de un libro independiente. tras encontrarme con el héctor y la raquel, nos fuimos al primer tendido y descubrimos que nuestra generación de morritos no tan morritos estaba toda allí arriba, y mis conclusiones fueron: en primer lugar, ya no estamos para andar gastando tanta lana en un concierto en el que sólo se va a escuchar, porque ni están guapos los de los grupos ni se baila con su música, y en segundo lugar, porque el sosiego de los años nos ha hecho ver que las cosas ligeras se sienten mejor estando sentados, con una cheve en la mano y la distancia suficiente para observar sin ser observado. fue un concierto pasable. en lo personal adoro a zoé pero no fue la emoción sin límites que sentí cuando los ví en el desértica. el sonido era pésimo pero ellos tocaron y cantaron bien. babasónicos no son mis fans así que me dormí mientras ellos actuaban, despertando intermitentemente con algunas canciones conocidas y agradables… como dos. al final del concierto, 12.30 am, sólo quería mi cama y soñar y soñar y soñar. y eso hice.

crónica número tres:
sábado en el transcurso del día y la noche.
me levanté hasta que se me hinchó el ombligo, o de hecho no, sino hasta que sonó el teléfono y decidí ser una persona responsable. limpiar la casa, bañarme y manejar por la ciudad fue lo primero que hice después de levantarme. y después de eso, volver a manejar por la ciudad, conseguir boleto para la maldita, comprar mandado, comer un suculento sándwich de bolonia rosarito y queso manchego y pasar una deliciosa tarde, todo esto compartido con una grata-muy-grata compañía. siendo las nueve de la noche y estando en casa de mis padres, me preparé psicológicamente para asistir solapitas al concierto tan esperado y tradicional. me delineé los ojos de negro, me vestí de negro, me puse mi pantalón rotísimo y mis converse negros y confirmé con mucho gusto que de cualquier forma no paso por una nena de 19 años. como sea, agarré camino y llegué. poca gente y la mayoría niños y niñas, de los cuales los niños parecían niñas y las niñas parecían una copia fiel de la chimoltrufia por el peinado pero con vestido negro (todas igualititas, clones y más clones para donde volteara). lentamente comenzó a llegar la gente de mi camada, notorios todos por no andar vestidos iguales, por andar peinados, por traer carriolas con bebés y por estar sentados en las orillas de la placita. llegué mientras tocaba un grupo de ska de unos plebitos muy plebitos y muy buenos, al menos la música era bastante alegre y bailable y los niños eran todos felices y muy entusiastas. luego otro grupo de un ska más agresivo que nomás me provocó sueño y hueva porque el vocalista se la pasó tirando shit a medio mundo, todo negativo y peleonero. bueno, al fin salió la maldita y para eso ya me había encontrado a mis amigas de toda la vida, las que íbamos a los tokines de rock en español cuando iniciaban, a las que nos tocaron los inicios de la maldita entro otros, las que nos pusimos las primeras pedas juntas y las que, 23 años después de conocernos y todas ya rayando en los treintas, seguimos sin madurar asistiendo a tokines y danzando en el slam. y pues, de hecho, a la primera que se formó el slam ahí vamos adentro. debo admitir que estuvo bastante decente, pues las últimas veces que fui a tokines ya no había entrado porque los morritos de ahora (porque siempre está llenos de morritos pseudodarketos y pseudopankillos y pseudorokers y pseudopersonas) son bastante violentos y el slam se ha vuelto una bola de golpes y empujones y rasguños y peleas y ha perdido su esencia de danza en unidad. pues yo creo que tuvo qué ver el hecho de que ahora fuimos muchos viejos a los que sí nos tocó entrar a slams pacíficos en donde te caías y te levantaban y te rescataban y todo era paz y amor y el contacto de los cuerpos y las pieles sudadas era positivo y no motivo de golpes. entonces el slam estuvo genial, súper rápido y pacífico, súper danzable, pude entrar sola y bailar y bailar y bailar y brincar y correr y saltar y gritar y cantar y desgarrar las furias contenidas en una descarga de adrenalina ya necesaria desde hacía mucho tiempo. y no paré una sola canción de danzar y cantar, cansando la garganta y el cuerpo, desgastando cada músculo y cada hueso, cada recuerdo y cada palabra, cada imagen, cada añoranza. me cansé hasta no poder casi caminar ni manejar. me cansé hasta no poder dormir de tanto dolor en el cuerpo, pero tanta liberación en el alma. y tanto me liberé que pude, al fin y después de muchas contenciones ni siquiera impuestas sino erigidas por mi subconsciente, dejarme fluir en una deliciosa tormenta salada, y me alegré de ser una nena con casi treinta años encima y con las mismas ganas de danzar y destrozarme en un slam… como cuando era una adolescente que sólo tenía que preocuparse por salir bien de la escuela.

4 comentarios:

twisted faerie dijo...

1. el otro día estaba platicando con una tipa del tour y no se como fue que salió el tema de la tenencia y yo dije que era una estupidez, y la vieja que puso una épica regañada. vieja loca...

2. tal vez lo que le faltó al concierto fue un poco de emoción, como perder los boletos porque se quedaron tirados en la calle en medio de quien sabe donde.

3. qué bueno que en el concierto de la maldita salió todo genial. me pesa no haber ido, pero bueno, al parecer conciertos de la maldita siempre habrá...ah, y de las adolescentes clonadas: acá es la misma cosa, por donde vas todas son igualitas e intercambiable. es perturbador.

gabrielaq dijo...

bueno te fue mejor que a mi el viernes donde vi una legion de emos ir a un tokin cerca de la casa de mi mejor amigo, me dan ganas de golpearlos hasta que sangren para que tengan una buena razon para ser depresivos o hacerles ver como se frustro su joven madre por haberlos tenido.
la cosa es que te divertiste, invita a la otra

Gabriela

Miguel Lozano dijo...

"los morritos de ahora (porque siempre está llenos de morritos pseudodarketos y pseudopankillos y pseudorokers y pseudopersonas) son bastante violentos y el slam se ha vuelto una bola de golpes y empujones y rasguños y peleas y ha perdido su esencia de danza en unidad."

No te lo quiero decir, pero ya suenas ruca :P

Atte.
BadBit

joe dijo...

jajajajaaaaaaaaaa

lo seeeeeeee!!!!!!!!!!!

y me gusta!!!