no encuentro mi paz. se me ha perdido. yo la tenía aquí guardadita, yo estaba bien al pendiente de ella. siempre la traía conmigo, colgando del pecho, a veces amarrada a la muñeca y de vez en cuando me la colgaba a la espalda, y siempre me hacía sentir bien. me acostumbré a ella y la sentí eterna, parte de mí, incluyente una de la otra. hasta hace poco. hace algunas noches, hace algunas voces, hace algunos llantos. de repente descubrí que no la traía, y me la busqué en la muñeca y en el pecho, me la busqué bajo las uñas, entre el cabello, en la espalda por el espejo. y nada. no la encuentro. y no sé dónde la perdí, ni sé exactamente cuándo. si recordara, al menos podría ir a buscarla al mismo lugar, pero de nada estoy segura.
yo era feliz con mi paz, las dos nos sentábamos en el centro de mi ser y éramos una, la soledad no existía porque yo me acompañaba, el dolor no entraba, la furia era de energía blanca, era una furia limpia, furia de sonrisas. yo era, y mi paz era conmigo.
no abundé cuando algo resultó mal, talvez, aquí dentro, y lo dejé pasar. perdí algo, se fue lejos, desapareció, y lloré al verlo a dos metros de mi cuerpo mientras se despedía de mí nombrándome y robando mi sueño. no me di cuenta del tamaño de su vacío, sólo sentí dolor, miedo, enojo, furia pero esta vez una furia negra de llantos y maldiciones. creo que fue entonces cuando la perdí. seguramente se asustó entre tanta tormenta, no supo qué hacer con mi histeria y salió corriendo. o talvez se asustó al verme incompleta y no logró calmar su miedo. puede ser que ella trataba de decirme que me desdoblara y me vaciara para después volver a llenarme, nueva y limpia, pero me habló muy quedito, me susurró al oído y no alcancé a escuchar. ella me avisaba, y la dejé ir. creo que eso fue lo que pasó. no se me perdió, yo la dejé ir, sin advertirlo. y ahora no sé cómo caminar, no sé por dónde pisar. no sé cómo seguir. no sé qué vivo, qué pienso, qué siento. no pude asirla, no logré aprehenderla ni hacerla eterna. la solté por un pequeño salto de mi cuerpo sobre la maltrecha ruta de la vida. con tan poquito me asusté, la solté, la perdí, y ahora la extraño. puedo vivir sin vivir, sólo por inercia, sin saber vivir, pero duele hacerlo.
no encuentro mi paz. se me ha perdido. yo la tenía aquí guardadita, bien al pendiente de la bella. pero me distraje y no la tengo más.
¿dónde está mi paz? la extraño. duele vivir así.
yo era feliz con mi paz, las dos nos sentábamos en el centro de mi ser y éramos una, la soledad no existía porque yo me acompañaba, el dolor no entraba, la furia era de energía blanca, era una furia limpia, furia de sonrisas. yo era, y mi paz era conmigo.
no abundé cuando algo resultó mal, talvez, aquí dentro, y lo dejé pasar. perdí algo, se fue lejos, desapareció, y lloré al verlo a dos metros de mi cuerpo mientras se despedía de mí nombrándome y robando mi sueño. no me di cuenta del tamaño de su vacío, sólo sentí dolor, miedo, enojo, furia pero esta vez una furia negra de llantos y maldiciones. creo que fue entonces cuando la perdí. seguramente se asustó entre tanta tormenta, no supo qué hacer con mi histeria y salió corriendo. o talvez se asustó al verme incompleta y no logró calmar su miedo. puede ser que ella trataba de decirme que me desdoblara y me vaciara para después volver a llenarme, nueva y limpia, pero me habló muy quedito, me susurró al oído y no alcancé a escuchar. ella me avisaba, y la dejé ir. creo que eso fue lo que pasó. no se me perdió, yo la dejé ir, sin advertirlo. y ahora no sé cómo caminar, no sé por dónde pisar. no sé cómo seguir. no sé qué vivo, qué pienso, qué siento. no pude asirla, no logré aprehenderla ni hacerla eterna. la solté por un pequeño salto de mi cuerpo sobre la maltrecha ruta de la vida. con tan poquito me asusté, la solté, la perdí, y ahora la extraño. puedo vivir sin vivir, sólo por inercia, sin saber vivir, pero duele hacerlo.
no encuentro mi paz. se me ha perdido. yo la tenía aquí guardadita, bien al pendiente de la bella. pero me distraje y no la tengo más.
¿dónde está mi paz? la extraño. duele vivir así.
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