martes, agosto 01, 2006

cuentos chinos, sueños guajiros...

Él me preguntó y no pude mentir más. Durante mucho tiempo inventé una realidad para no romper su mundo, y en un momento esa realidad se desmoronó, y lo rompí. Él me preguntó cada vez más y yo sólo respondí. Con la verdad esta vez. No puede comprenderme y yo lo entiendo. Ella no dijo nada pero envejeció en un minuto. Sólo se ocupaba en nada, atrasando el momento de escucharme. No salía una palabra de su boca y supe que lo sabía. He lastimado lo que más amo en la vida. ¿Cómo puedo ser tan cruel y hacer sufrir a quien más amo?, ¿a ella?, ¿a ellos? No es un daño deliberado, yo no pedí ser lo que soy. Yo no planeé lastimarlos. Yo luché por años contra una verdad que tan sólo se hacía más fuerte, mientras más la negaba. Quisiera ser capaz de hacer cualquier cosa para evitarles este dolor, como muchas veces lo intenté, pero es sacrificar mi vida entera por darles el gusto de ser lo que ellos esperaban, de no decepcionarlos ni hacerles sentir que están pagando algún pecado cometido en su vida. Yo no soy un castigo, no soy el pago de algún pecado ni mucho menos soy una persona que viva haciendo cosas malas. Ella siente que sí, él lo siente. Ellos piensan que hago mal, que estoy mal, y que ni siquiera los hice partícipes de este mal cuando hubiera podido haber una cura. No comprenden que no es una enfermedad, que no hay una cura o una medicina o un exorcismo. No comprenden que era imposible expresarles mi sentir al haber vivido siempre en una cultura en donde eso es malo, es pecado, es una enfermedad y un problema del cual avergonzarse. Yo no soy una vergüenza ni me avergüenzo de mí misma, gracias a ellos soy grande, me amo, soy inteligente y ahora sé que tengo valor y puedo enfrentar cualquier cosa, pues nada es más grande que ellos. Sienten miedo, lo sé, y vergüenza y dolor. Sé que me aman también. Ella dijo que siempre me consideró la hija perfecta y ahora le daba este golpe y descubría que yo no era nada de eso. Es verdad, no soy perfecta, nunca lo he sido y no puedo serlo. Él dijo que hubiera pensado en ellos y mentirles siempre y aparentar una vida correcta a su parecer para no hacerlos sufrir. ¡Me pidió mentirles para no lastimarlos! No puedo hacer eso aunque lo intenté muchas veces, no puedo engañarlos así. No puedo engañarme y lastimarme así. Ella no hablo más. Él preguntó y preguntó, tratando de encontrar algún vestigio de lógica, de su lógica, en mis respuestas. No hay de esa lógica en mí, no estamos hechos de la misma manera. Soy su hija, no su copia. Todos sus principios y sus reglas de vida existen en mí, todo respeto que me enseñaron lo practico y lo vivo, ellos me hicieron una buena persona y ahora me tienen miedo. De no hablar con la verdad a mí misma y a ellos, estaría faltando al principio de la honestidad, de la transparencia y la verdad. Me debo respeto si no me acepto, y a ellos si no les confieso. Ella no dijo nada ya. Él cuestionó cosas absurdas. Comprendí que se sentía tan desesperado por comprender, tan asustado, que preguntaba lo primero que se le ocurriera, lo que él creyera que pudiera darle un aliciente de comprensión, aún sabiendo que ninguna explicación lo dejaría satisfecho. Pidiéndome razones concretas que incluso si las inventara no le servirían de nada. Pedí perdón por lo que les hago sentir, por no ser lo que ellos esperaban, por no mentirles más tiempo, pero no pedí perdón por lo que soy, de eso no me avergüenzo. Los amo ante todo, pero los traicionaría más llevando una vida llena de mentiras. Ya no puedo mentirles, no podía seguir engañándolos aunque ahora les rompa el corazón. Espero que perdonen mi naturaleza fuera de lo común en su mundo. Desearía con todas mis fuerzas darles el aliento para pasar este golpe y seguir felices y compartir mi felicidad al aceptarme como soy. ¿De qué me sirve, sin embargo, la vida que tengo, lo que he logrado, mis éxitos emocionales, si ellos no están conmigo, si ellos se sienten tan decepcionados? Ella me dijo “que dios te bendiga”, la abracé y no correspondió a mi abrazo, se quedo inmóvil. Él me dijo “cuídate y repórtate mañana”, lo abrace y me respondió, sentí un nudo en su garganta y antes de quebrarse me soltó y se alejó. Caminé hacia la puerta sin atreverme a voltear. Miré sus perfiles antes de que arrancaran y deseé ser la materialización del sueño de sus vidas. Pero no puedo ser lo que no soy y, aunque me duele el dolor que les provoco, viviré la felicidad en la verdad de mi vida.

1 comentario:

amante dijo...

Fue la desición correcta. No existen las mentiras gentiles.

Suerte.