últimamente este blog se ha convertido en el escupidero de la misma chingadera. y sí, me vale madres. para eso lo tengo. es mi basurero, mi lado b. y como por ahora mi lado b está muy limitado a un tema, pues chínguese el blog. ¿y qué?
yo crecí convencida de ser afortunada, de pertenecer a una familia normal, de poder contar con una familia paterna y una materna y ser parte importante de ellas. pero la sangre y el apellido no siempre son suficientes. el amor familiar, como el fraternal entre amigos, se debe alimentar. se basa en una moral ética -que no moralista- regida por la lealtad, el respeto y la confianza. el amor no es una cosa de biología ni tiene nada qué ver con la hematología. es un lazo emocional, no consanguíneo. se gana o se pierde.
ahora me he quedado con una sola familia. y no es que haya perdido a la otra, simplemente dejó de existir en el momento en que olvidó la lealtad, dejó de lado el respeto y borró de su memoria las ocasiones en que alguien estuvo para ella sin condición. cuando convirtió a ese alguien en un desechable que podía olvidarse sin el menor remordimiento ni sentido de la solidaridad, sin el mínimo afecto ni siquiera por haber sido parte de esa familia durante tantos y tantos años. dejó de ser familia cuando tiró al vacío del olvido y la comodidad toda una vida compartida para cobijar a alguien más, a alguien nuevo. cuando perdió el respeto y no consideró importante brindar su apoyo emocional y, en cambio, festejó el cambio con la fiesta de la indiferencia conciente.
los lazos consanguíneos no son suficientes. yo no me voy a borrar el nombre, pero sí voy a borrar algo que viene incluido con el nombre. algo que tiene, de hecho, muchos nombres con el mismo apellido. con la misma sangre.
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