al principio de las noches compartidas...

no ha pasado una noche sin que mis ojos se posen en tu espalda, sin que tus yemas desborden los límites de mi piel, sin que acudamos una y otra vez a la cuestión interminable del extraño nacimiento de este amor. tan misterioso es el destino y tan divina la gracia de tu mirada. tan paciente la vida y tan desesperadas nosotras.

llegaste no a salvarme pero, sin saberlo, me has salvado de mi propia vida, de mi plan solitario en donde yo y sólo yo existía. me has llenado de eso que yo no quería, que no buscaba, que no necesitaba. me has dado el amor por el que tanto clamé y a veces rechacé sin saber que no era mi momento de amar, porque no estaba completa. me has hecho vivir sin ti sin extrañarte porque no te necesito con ansias locas e insanas, y por eso te amo, porque te das a mi en la tranquilidad, en la calma, en la paz, en la seguridad de saber lo que queremos finalmente en la vida. porque, cansada de buscar y de poner y quitar rostros, al fin dejé de buscar y me encontré, sin querer, a mi misma, y a ti, como ese regalo divino que sabía que me estaba reservado.

amo que me hagas odiarte porque me haces amarte cuando lo hago. amo que no vivamos ahogadas en un fuego desbordante de pasión porque no nos dejaría respirar, y yo ya estoy cansada de ahogarme. es mejor así, calcinarnos lentamente en besos repartidos en la noche y en el día, en las pieles y en el aire. amo susurrarte al oído cuánto pienso en ti y gritarte con fuerza cuando la rabia me carcome, para que, después de todo eso, igual me abraces y me digas cuántas ganas tienes de pasar tu vida con esta neurótica cuasiesquizofrénica.

amo que no seas lo que yo esperaba, porque no esperaba nada y tú eres tanto… y sentir lo que siento es tan raro para mi, tan distinto, tan inesperado, que hasta ahora, a algunos meses de estar a tu lado, finalmente caigo en cuenta de que ya he dejado fluir sin querer esto que siento, de que no hay marcha atrás, de que has logrado doblarme. de que no te amo en la palabra, sino en el verbo de tu mano y la mía cuando duermen abrazadas, en la paz de una noche más a tu lado.